
Antes de subirse al avión, y despues de haber ido a misa (por supuesto), vamos a alimentar a la abu, pues no solo de espiritu vive el hombre.

Ahora, que son las 2.55, imagino a Mamá ya sentada en la ventanila del avión, avida por no perderse un solo detalle del vuelo, los nervios un poco calmados y esperando que el señor del aeropuerto de Philadelphia sea, de verdad, atractivo. Después siete horas hasta Madrid y a acostumbrarse de nuevo al ruido.
Yo ya he empezado a deshacer su habitación, reponerle a María su cama, y a Quique su despacho.
Ya se la echa de menos.
1 comentario:
Tu te despides de ella y yo la recibo con los brazos abiertos esta tarde. Tendre que ir andando hasta el centro, sola. Pero da igual, me apetece verla :)
te quiero
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