He ido a reparar la luna del coche y saliendo de un polígono industrial de Norwich, me he encontrado una bonita imagen.
Me ha recordado a lo que es normal a la salida del colegio en calurosos dias de verano, pero los protagonistas eran distintos. Casi. Estaba la camioneta y los helados, pero en lugar de niños alrededor, había una cola de fornidos y contentos señores, comprando cucuruchos de varias bolas de helado. La primavera ha llegado y al igual que las flores adornan en el paisaje, Mr.Frosty vende sonrisas a las resecas gargantas.
Que perturbadores son los cuervos, apostados sobre las ramas altas de los árboles, todavía invernales. De vez en cuando te sobrevuelan, cotillas, y sus graznidos sobrecojen.
Y luego está el sonido de monedas.
Ahora que el invierno parece alejarse, vuelven a salir a las puertas de las casas los mostradores de frutos de la naturaleza ambulantes. Es costumbre, que aquel que tiene un pequeño, o gran huerto, jardín, granja en casa, exhibe sus flores, remolachas, huevos, tomates, peras... a la puerta de su casa. Pone precio a sus viandas y deja una caja, bolsa para que quien quiera comprar algo, deje el dinero y coja la mercancía.
Y funciona. Y nadie engaña.
Hay veces que el bagaje cultural es pesado.
