Y luego está el sonido de monedas.
Ahora que el invierno parece alejarse, vuelven a salir a las puertas de las casas los mostradores de frutos de la naturaleza ambulantes. Es costumbre, que aquel que tiene un pequeño, o gran huerto, jardín, granja en casa, exhibe sus flores, remolachas, huevos, tomates, peras... a la puerta de su casa. Pone precio a sus viandas y deja una caja, bolsa para que quien quiera comprar algo, deje el dinero y coja la mercancía.
Y funciona. Y nadie engaña.
Hay veces que el bagaje cultural es pesado.
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