jueves, 22 de septiembre de 2011

El perchero y el set de jardín

Han pasado 20 años desde que Quique y yo nos casamos y por fin, ha conseguido colocar un perchero a la entrada de casa. Ese acto despreocupado de entrar y lanzar casi al estilo Bond chaqueta (si chaqueta porque aquí se usan chaquetas en septiembre) bolso o mochila, te hace hasta sentirte importante.


Dios, que gustito, acaba de salir el sol y me calienta la espalda. cómo se quede, tendré que quitarme el jersey...  Y si mi chico está contento con su perchero, yo lo estoy más con la mesa y sillas de jardín que compré el martes por catálogo y como el clima no es propicio he comprado también el plástico para cubrirlo.




Pero desafiándo a las nubes, he salido a comer al jardín, pisando setas y pensando en no aplastar a los "minimoys" que deben de abundar en este frondoso césped. Nube. Voy a tener que agenciarme con un cortacésped, pues aquí jardineros no hay muchos, ni como los de Dallas ni como los de las pelis. La gente emplea sus ratos libres en el jardín; tenemos una vecina que ha estado dos semanas arreglandose las flores, hierbajos y lo tiene estupendo. Otro día, una anciana artritica no podía cortar las ramas de las plantas, le dije si la podía ayudar y casi ofendida me contestó que lo había hecho toda su vida y tenía que continuar intentándolo.
Vuelve a salir el sol.
Cristina quiere comer las distintas clases de setas que salen sin parar. Recordando nuestra última incursión micológica por tierras aragonesas, tendré que estudiarlas, antes de incarle los dientes.  Aunque el tamaño no importa. Nube. 
Sol. Nube.
La siguiente compra, la cama eslástica .

2 comentarios:

paco dijo...

leyendo e imajinàdome que estoy allì, que envidia me das.

tote dijo...

Al contrario que vosotros, pusimos el perchero en la entrada hace 20 años, y lo tuvimos que quitar cuando el peso de todas las chaquetas, paraguas, gorros, bolsos llegó a crear un peligro real de hundimiento. Un desastre